lunes, 9 de noviembre de 2015

Bouquinistes

El término buquinista (en francés bouquiniste) se refiere a los vendedores de libros antiguos y de ocasión, y desde el punto de vista etimológico, la palabra deriva debouquin (libro y sobre todo pequeño libro, o sea ediciones de bolsillo o de dimensiones de menor tamaño que lo usual).

Los "bouquinistes de París", Francia, son los vendedores de libros usados ​​y antiguos que ejercen su oficio a lo largo de amplios sectores de las orillas del Sena: en la margen derecha del Pont Marie al Quai du Louvre, y en la orilla izquierda del Quai de la Tournelle al Quai Voltaire. El Sena se describe así como el único río en el mundo que se extiende entre dos filas de estanterías y puestos de venta. La tradición con los libros de segunda mano comenzó alrededor del siglo XVI con pequeños vendedores ambulantes de almanaques e impresos. La difusión de los libros entonces estaba muy reglamentada, y en 1577 un decreto real asimiló a los comerciantes ambulantes de libros con ladrones, encubridores, y gente de dudosas costumbres, mientras que en 1578, en una sentencia, se reconoció la existencia de diez libreros ambulantes.

Bajo la presión de vendedores de libros establecidos en un lugar fijo, un reglamento de 1649 prohibió la exhibición y venta de libros sobre elementos portátiles en el Pont Neuf en París. Las autoridades de la época estaban ansiosas de limitar los mercados paralelos no sometidos a la censura oficial. Durante este periodo los viajeros vendedores de libros fueron expulsados, y por momentos luego tolerados o reintegrados en un proceso de aprobación, según los vaivenes de la política. Con Napoleón y el ordenamiento y mejora de los muelles del Sena, los buquinistas se multiplicaron, y pronto fueron reconocidos por los poderes públicos. Un estatuto para ellos fue entonces establecido, similar al de los comerciantes públicos. En septiembre de 1829, y reconociendo irregularidades en el origen de parte del material manejado por los vendedores, se les prohibió « hacer compras a niños, escolares, servidumbre, y domésticas, sin las autorizaciones correspondientes ».

En 1859, una reglamentación fue implementada por la ciudad de París, y se permitió a los vendedores de libros antiguos y usados establecerse en puntos fijos.  Instalados a lo largo de más de tres kilómetros a orillas del río Sena y declarados "Patrimonio de la Humanidad" por la Unesco, hoy día los 240 vendedores de libros de la capital francesa hacen uso de novecientas "cajas verdes", lo que permite albergar y exhibir unos 300.000 libros antiguos, así como un gran número de revistas, sellos, y tarjetas comerciales
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