La anacreóntica es una composición lírica que debe su nombre al poeta Anacreonte, que la inventó, o por lo menos le dio la forma que luego ha conservado en todas las literaturas. Es un poema erótico-naturalista, que sólo atiende al aspecto risueño de la vida y que en estilo agradable y versificación fácil y ligera, canta las delicias del amor satisfecho, los placeres de la mesa y del vino, y en suma, cuanto en la naturaleza puede suministrar goces a los sentidos. Si en el lenguaje va mas allá de los límites decorosos que le impuso el que está considerado como creador del genero, deja de ser verdadera anacreóntica y se convierte en un canto báquico inmoral.
El poeta griego adoptó para sus odas el verso yámbico dimetro cataléctico, compuesto de tres pies y medio, el primero yambo, espondeo, dáctilo o anapesto, y el segundo y tercero yambos. Los imitadores latinos no se sujetaron a esta regla, y los modernos han preferido los metros cortos. El género anacreóntico se puso de moda fue en la segunda mitad del siglo XVIII, con las composiciones que de este género escribieron numerosos poetas neoclásicos, como Juan Meléndez Valdés, José Iglesias de la Casa y José Cadalso. Un ejemplo de poema anacreóntico que recrea los temas y la métrica característicos de este género lo podemos ver en el poema «A Venus», de José Cadalso.
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